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Adriana Valdés

Acerca del trabajo y el retiro, habla Adriana Valdés.

“Nunca pensé que los desafíos más grandes de mi vida iban a venir después de los 75 años. Las cosas que escribía antes eran académicas, entonces tenían audiencias más limitadas. Pero cuando me eligieron como presidenta de la Academia Chilena de la Lengua, eso cambió. Yo había dicho que no a la idea de presentarme a este cargo, pero luego me di cuenta que si lo hacía iba a ser la primera mujer en la historia de Chile en presidir el Instituto de Chile y en dirigir la Academia. Ahí me dije ‘no me puedo perder esta oportunidad’. No por mí, sino por las mujeres.

Entregué el mando hace pocos días y ahora estoy dedicada a recuperarme físicamente, porque ha sido duro. Uno tiene que pelear un poco con las limitaciones físicas, aunque también con las psicológicas, por el cansancio de estar permanentemente expuesta a la mirada y comentarios de otras personas. Pero logré todo lo que me propuse y estoy contenta por el cariño y reconocimiento que se me ha dado. Ha sido un momento maravilloso.

He aprendido mucho trabajando a esta edad, porque hay cosas en las que uno ya no tiene ninguna ansiedad. Por ejemplo, no tengo ansiedad de hacer carrera. No me importa lucirme o ser la mejor de la mejor. Lo que a mí me entusiasma es ser nexo: ver cómo la gente inteligente se conecta entre sí y cómo hay veces que uno puede hacer las cosas con calidez. Ese ha sido mi sello.

Me gusta hablar de la muerte porque le quita extrañeza y miedo. A mí me hace mucha falta mi amiga Silvia, mi amigo Andrés: personas que le daban sentido a mi vida. Se siente como que el mundo lentamente se está yendo de ti. Te sientes más ajena y sola. Y de repente dices, quizás, la muerte se puede sentir como un descanso. Creo que es importante irse en paz, pedir los perdones y estar en armonía: quedar libre, para que esto sea como cuando te arrancan un diente de leche, y no una muela”.

Adriana Valdés (78) es escritora y la primera mujer elegida como directora de la Academia Chilena de la Lengua y del Instituto de Chile. Foto: Constanza Miranda

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