Por Jorge Browne, Geriatra de Situ – Envejecer en Casa
Cuando pensamos en el envejecimiento, es común imaginar una línea descendente de pérdida progresiva de capacidades. Sin embargo, esta visión no refleja la diversidad de trayectorias que las personas mayores pueden experimentar.
Investigaciones longitudinales han identificado tres patrones principales en el envejecimiento:
Envejecimiento robusto: Personas que mantienen su salud y autonomía hasta poco antes de fallecer, muchas veces debido a enfermedades como el cáncer.
Dependencia temprana: Individuos que, tras un evento de salud significativo (como un accidente vascular), enfrentan años de limitaciones en su autonomía.
La montaña rusa: Un patrón caracterizado por fluctuaciones en la salud, con periodos de recuperación y deterioro tras cada evento.
Este último grupo es particularmente interesante. Imaginen a alguien que tras una neumonía pierde fuerza muscular y necesita ayuda para actividades cotidianas como subir escaleras. A través de rehabilitación física, puede recuperar su funcionalidad… hasta que el siguiente evento de salud reabra el ciclo. Este patrón, conocido coloquialmente como “la montaña rusa” de la salud, refleja la resiliencia y vulnerabilidad simultáneas de las personas mayores.
Comprender estas trayectorias nos invita a replantear cómo apoyamos el envejecimiento saludable. En el caso del tercer grupo, la clave radica en ofrecer intervenciones tempranas y adecuadas que permitan a las personas mayores superar estos episodios y mantener su autonomía el mayor tiempo posible.
Envejecemos de formas tan únicas como lo son nuestras vidas. Pensar en estas trayectorias nos ayuda a diseñar políticas públicas, servicios y cuidados más humanos y efectivos. Porque el envejecimiento no es solo una cuestión de años vividos, sino de cómo los vivimos.