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Trastornos del sueño

¿Sabías que cerca del 50% de la población adulta mayor tiene algunos problemas de sueño? Luego de los 60 años, los desvelos y la dificultad para conciliar el sueño suelen ser más frecuentes, lo cual afecta directamente la calidad de vida de los adultos mayores.  

¿A qué se debe esto? Y sobre todo, ¿qué se puede hacer? A continuación te contamos lo que se sabe en torno al tema y las opciones disponibles para mejorar el descanso.

Consecuencias de un mal descanso en adultos mayores

Dormir es un proceso que acompaña al ser humano a lo largo de toda su vida. No sólo aumenta las defensas y mejora el apetito, sino que también le permite al cuerpo recargar energía y alistarse para sus siguientes objetivos. 

Sin embargo, pese a todas sus bondades, no todas las personas duermen lo que deberían. Los adultos mayores forman parte de este grupo. Los riesgos van desde el insomnio hasta alteraciones en la funcionalidad general del individuo. 

Estas alteraciones en el sueño podrían dar lugar a los siguientes problemas:

  • Insomnio: Es la percepción subjetiva de un sueño insuficiente o no reparador, lo cual impide a la persona levantarse temprano 
  • Disminución de la capacidad física: Hay fatiga y malestar general. 
  • Problemas de concentración y atención: deterioro para el desempeño de tareas. 
  • Problemas a nivel emocional: mayor irritabilidad y cambios en el estado de ánimo, disminuye la motivación, la energía y la iniciativa.
  • Múltiples patologías: enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), depresión, ansiedad, síndrome de piernas inquietas.

Trastornos del sueño

Síntomas más frecuentes de trastornos en el sueño del adulto mayor

  • Dificultad para iniciar el sueño. 
  • Disminución en el tiempo total y la eficiencia del sueño. 
  • Reducción del sueño profundo (llamado NMOR o etapa 3). 
  • Sueño fragmentado debido a un incremento en despertares.  
  • Estar más tiempo en cama, lo que provoca una percepción errónea de no dormir lo suficiente. 
  • Ir más temprano a la cama y despertarse más temprano. 
  • Incremento en el número de siestas y periodos de somnolencia diurna. 

Contrarrestar esta tendencia en un adulto mayor es posible con el trabajo coordinado de especialistas, familiares y por supuesto el propio adulto.

Evalúa los siguientes aspectos para mejorar el sueño
  • Hábitos nocturnos: se refiere a la hora de acostarse, cuánto tiempo está en cama, apagado de luces, calidad de sueño, tiempo para levantarse, veces que se despierta y reporte de ronquidos. 
  • Hábitos diurnos: Hora de comida, período de actividades, siestas durante el día, actividad física, medicamentos e ingesta de alcohol o tabaquismo. 
  • Condiciones de la habitación: iluminación, temperatura, ruido, colchón, compañeros de habitación e incluso qué equipos electrónicos tiene. 
  • Perfil psicosocial: Puede que el problema al dormir esté relacionado con alguna situación vivida que le impida lograrlo. 
  • Exámenes complementarios: estudios adicionales para encontrar alguna falla. 
  • Accesorios complementarios para su descanso, como almohadas ergonómicas que se adapten a su modo de dormir. Un sencillo cambio de almohada podría hacer una gran diferencia. Existen algunas diseñadas para ayudar a despertarse menos entre sueños y evitar así un desvelo forzado. 

Recuerda, los trastornos del sueño muchas veces son reversibles

Como hemos podido ver, existe una variedad de circunstancias relacionadas con la edad que podrían afectar la calidad de sueño. Algunas serán más fáciles de abordar que otras, pero lo cierto es que puede hacerse algo.

Los adultos mayores merecen que sus noches sean de descanso pleno, para que durante el día tengan todo lo necesario para estar atentos, funcionales y felices. 

Y esa diferencia puede ser posible gracias a un sueño reparador.

Modificar algunos hábitos podría ser la clave. Un cambio así de pequeño puede hacernos pasar de una noche sin dormir a un sueño realmente profundo, único y merecido.

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